Aprovechando que en hace unas pocas semanas se ha celebrado el día del Alzheimer quiero tratar desde las páginas de Nosotras este tema candente y preocupante.
Las enfermedades degenerativas son aquellas que van deteriorando a la persona hasta que llega a una total dependencia o a la muerte.
Cuando hablamos de enfermedades degenerativas nos vienen a la mente los cuadros de demencia y, probablemente, la enfermedad de Alzheimer como paradigmática de este tipo de patologías. Esta enfermedad debe su nombre al médico alemán que la identificó en 1906..
Es importante que hagamos una aclaración en cuanto a esta patología ya que es lo mismo hablar de Alzheimer que de demencia senil. Existe una confusión terminológica pero científicamente es lo mismo. El enfermo segrega una proteína anómala (la beta-amiloide) que al principio afecta a una zona del cerebro para irse extendiendo y generalizando después.
Al referirnos al Alzheimer podemos decir que afecta actualmente a más de 26 millones de personas en todo el mundo y que en España lo sufren hoy más de medio millón de personas. A nivel porcentual afecta a un 5% de personas mayores de 65 años, a un 25% de mayores de 85, a un 35% de mayores de 90 años.
La comunidad científica no deja de buscar el origen de la enfermedad y se han encontrado tres nuevos genes (clusterin, picalm y CR1) que parecen estar vinculados con la aparición de la demencia. Además una reciente investigación que se está llevando a cabo en EEUU vincula un mayor riesgo mayor de padecer esta enfermedad con los trastornos del sueño.
Juan M. Villa escribe un artículo en la publicación periódica “Sesenta y más” (nº264) en el que nos habla de la detección precoz de esta temida demencia. Nos dice literalmente Villa:
“La detección precoz de la enfermedad de Alzheimer permite orientar el tratamiento más adecuado en cada caso. En la actualidad no existe un tratamiento curativo para dicha enfermedad pero sin embargo existen tratamientos que mejoran los síntomas y pueden estabilizar la progresión de la enfermedad.”
Parece que un grupo de científicos españoles están trabajando en un test sanguíneo que es capaz de detectar el Alzheimer en fases precoces. Esto ayudará enormemente a intervenir en la enfermedad en personas que estén aun en etapas iniciales de la enfermedad.
El comienzo de la enfermedad suele ser lento y gradual y entre los síntomas iniciales destacan:
-Olvidos frecuentes (citas, nombres…) con repercusión socio-laboral y familiar.
-Trastorno de lenguaje con dificultad para encontrar el nombre de las cosas.
-Desorientación en tiempo y espacio.
-Dificultad para reconocer objetos y personas.
-Síntomas depresivos y falta de iniciativa.
-Trastorno del juicio con problemas para distinguir lo correcto de lo incorrecto.
-Dificultad para realizar tareas cotidianas habituales
-Dificultad para el manejo del dinero.
Los síntomas enumerados suelen ser percibidos por las personas cercanas al paciente mientras que éste, aunque se dé cuenta, suele negarlos o minimizarlos.
Es importante que las dudas que surjan ante la aparición de los síntomas sean consultadas al médico de atención primaria que valorará la conveniencia de acudir a un especialista.
La demencia tipo Alzheimer es el representante clásico de la demencia cortical que incluye apraxias, afasias, agnosias, desorientación espacio-temporal y amnesia profunda. En etapas avanzadas estos síntomas afectan muchísimo el comportamiento del enfermo. Por eso esta enfermedad genera miedo a padecerla ya que deriva hacia una total dependencia física y mental.
Actualmente existen, afortunadamente, medicamentos como la Tacrina, Aricept y el Exelon que han demostrado ser eficaces para frenar la enfermedad pero que nunca deben ser administrados sin prescripción médica.
Los factores de riesgo para tener más probabilidades de contraer esta terrible enfermedad podemos agruparlos en:
- La edad: Es el factor de riesgo más evidente y constatado por la estadística. A partir de los 65 años las probabilidades de padecer Alzheimer aumentan de forma notable y según va avanzando la edad las probabilidades aumentan a su vez. Teniendo esto en cuenta, debemos decir que también pueden padecerla personas muy jóvenes, pero esto es muy excepcional y estos casos suelen ser hereditarios y representan sólo un 1% de todas las demencias genéticas.
- El ser mujer: Parece que las mujeres tienen mayor probabilidad de padecer la enfermedad pero ésta es una teoría no constatada ya que las mujeres tienen mayor esperanza de vida y por lo tanto más años para padecerla.
- La herencia: Las personas con antecedentes familiares de Alzheimer pueden tener un mayor riesgo de padecer la enfermedad, pero los expertos nos dicen que este es un factor que no se debe tener excesivamente en cuenta ya que tiene que ir acompañado de otros factores.
- La educación: No se ha constatado que una mente activa (con estímulos cerebrales adecuados) pueda influir de forma protectora frente a la enfermedad pero hay muchos profesionales que defenderían esta opción y, en caso de que ya haya empezado el proceso, proporcionará recursos y estrategias para retrasar la dependencia de cuidadores.
- Vida sana: Las personas fumadoras, las que padecen hipertensión, tienen el colesterol alto o padecen diabetes tienen más posibilidades de padecer cualquier demencia incluido el mal de Alzheimer.
Pero no todos los mayores, necesariamente, padecen o padecerán demencia. Tenemos que tener cuidado porque, a veces, al llegar a cierta edad y notar las pérdidas de memoria, la persona puede llegar a asustarse y entrar en crisis pensando que está empezando a padecer una demencia, pero la mayoría de las veces no es así.
De todas maneras cuando empecemos a ser conscientes de que vamos perdiendo memoria debemos tomar la decisión de incluir en la dieta nutrientes que estimulen la actividad cerebral como los que contienen los ácidos grasos Omega 3 (pescado azul, algas marinas, semillas de lino…), flavonoides (frutas rojas…), vitamina E (germen de trigo…), fosfolípidos (lecitina de soja…) vitaminas del grupo B, azufre (ajos, cebollas, col, coliflor…) para retrasar las pérdidas cognitivas. Un alimento que, también, se está poniendo de moda son las pasas o bayas de Goji que aportan vitaminas antioxidantes, aminoácidos, ácidos grasos Omega 3 y 6 ayudan a reducir el impacto del envejecimiento en el organismo.
Además de los grupos de alimentos mencionados en el párrafo anterior es importante tomar, cuando sea necesario y bajo prescripción médica, suplementos naturales como:
-El Ginkgo Biloba que mejora la circulación sanguínea cerebral (está contraindicado cuando se están tomando medicaciones para problemas cardíacos)
-Fosfatidilserina. Es una sustancia muy importante para la comunicación interneuronal.
-Acetil-L-carnitina. Aumenta la energía en las neuronas.
-Omega3. Forman parte de la estructura del cerebro.
-Antioxidantes. Son productos ricos en vitaminas C y E y betacarotenos que protegen las neuronas de los radicales libres.
-Inositol y colina. Componentes de la lecitina.
-Mirtilo. Mejora la circulación de los vasos sanguíneos que llegan al cerebro.
-Vitamina B12
Tener estos consejos en cuenta nos ayudará a retrasar el proceso de envejecimiento cerebral que es el peor que podemos padecer. Ya apuntó Santiago Ramón y Cajal en su famosa frase que “no deben preocuparnos las arrugas del rostro, sino las del cerebro”.
Pero antes de abandonar el tema del Alzheimer quisiera hacer una pequeña referencia a los cuidadores de estos enfermos. Mucha veces, y a partir de los 50, es uno de los padres mayores o el propio cónyuge que ha contraído la enfermedad y tiene que ser atendido veinticuatro horas al día ya que, como hemos visto, esta enfermedad no da tregua, sobre todo en fases avanzadas.
La revista “Acull” en su nº 2, en su apartado de “Salud” nos da unas recomendaciones para cuidar bien al enfermo sin que el cuidador se abandone a sí mismo.
Reyes Montes, en dicho artículo nos dice: “Un cuidador psicológicamente sano tendrá mejor cuidado del paciente que cuida. Unos indicadores bastante fiables de la salud psicológica del cuidador son su grado de satisfacción en la vida y su nivel de autoestima. Cuidemos de nosotros mismos: respetemos nuestros descansos y la alimentación, guardemos una hora al día para hacer nuestras cosas, reservemos un merecido descanso diario o semanal, fuera del contacto directo con el enfermo, y, si se puede, realicemos ejercicio físico.
Se ha de luchar contra el aislamiento social que tarde o temprano pueden llegar al cuidador. Si el cuidador tiene su propia familia, cónyuge e hijos, se han de tomar medidas para evitar que la familia se rompa o se distancie. Los niños son muy vulnerables emocionalmente hablando frente a la demencia de un abuelo o abuela. No son capaces de entender lo que pasa y si no se les dan explicaciones adecuadas, abiertas, reaccionarán mal y las consecuencias pueden no ser demasiado buenas. Pero si se les tiene en consideración y se les hace ver lo que está pasando pueden convertirse en una maravillosa ayuda para el enfermo y para el cuidador.
En algunos casos es inevitable que el cuidador de una persona que padece Alzheimer se sienta sobrecargada y que necesite ayuda. El primer paso de todo programa de ayuda consiste en que el cuidador reconozca que necesita ayuda y que esto no le distraerá de su labor de cuidador sino que le hará más eficaz. Hay que aceptar que estas reacciones de agotamiento son frecuentes y hasta previsibles en un cuidador.
Son reacciones normales ante una situación límite, pero que necesitan apoyo, por lo que se ha de evitar el miedo a asumir “que se está al límite de las fuerzas”. A veces es interesante compartir nuestros sentimientos con otras personas que experimenten o hayan experimentado lo mismo que nosotros y, en los grupos de autoayuda o las asociaciones de afectados por la enfermedad, pueden encontrar un gran apoyo. Es frecuente también ir a un profesional (psiquiatra o psicólogo) para que nos enseñe a afrontar nuestros miedos, a adaptarnos a los cambios o solucionar una depresión o un trastorno de ansiedad.
La información de la enfermedad del familiar, su posible evolución o los recursos disponibles, incrementan el sentimiento de control y de eficacia personal. Eso nos permitirá planificar las actividades de cuidado de forma adecuada: establecer prioridades de tareas diferenciando lo que es urgente de lo que es importante, o decidir lo que no podremos hacer con bastante probabilidad. La falta de tiempo es una de las primeras causas del estrés.
Fijarse objetivos reales a corto plazo, factibles en las tareas de cuidar. No mantener expectativas irreales, ni tampoco ideas omnipotentes sobre uno mismo. Aceptar nuestras limitaciones y, si es necesario, utilizar centros de día, centros de apoyo familiar o contratar personal de asistencia domiciliaria.
Y, por último, el artículo nos da unas recomendaciones para llevar a cabo correctamente el cuidado del enfermo:
-Simplificar la comunicación: llamarlo siempre por su nombre y hablar con frases simples y cortas.
-Orientarlo: si está perdido, recordarle dónde estamos y ayudarle a ir al lugar que busca. Indicar las habitaciones de la casa., simplificar los utensilios, mobiliario…y adecuar el entorno.
-Controlar la medicación: supervisar que se la tome a las horas adecuadas y que no se olvide ninguna.
-Controlar la ansiedad: si está nervioso, tranquilizarlo y no dejarnos llevar por los nervios.
-Cuidar la nutrición: llevar la cuenta de la ingesta calórica de proteínas y procurar aportar las vitaminas necesarias cada día.
-Realizar actividad física: siempre que las condiciones del enfermo lo permitan y respetando sus preferencias, se ha de procurar que se mueva, pasee e incluso que nade en la piscina.
-Mantener la higiene personal: establecer un horario fijo para el baño y el lavabo. Detectar y tratar las infecciones urinarias
-Mantener la autonomía: ayudar a hacer las cosas, no hacérselas. Dejar que hagan las cosas a su ritmo, aunque les cueste mucho tiempo.
-Mantenerse automotivado a lo largo tiempo, autorreforzándose por los retos conseguidos, aunque sean pequeños. No fijarse sólo en las deficiencias o equivocaciones que se tengan”
También queremos dejar una recomendación muy práctica. La CEAFA (Confederación Española de Familiares de Enfermos de Alzheimer y otras Demencias) ha presentado un innovador brazalete que integra un sistema de telefonía móvil, alertas inteligentes y localización por satélite (GPS), que permite ubicar al enfermo en caso de pérdida o desorientación, así como el dispositivo para establecer un contacto inmediato con él/ella. Este sistema permite tranquilizar al familiar pero también dar cierta autonomía al paciente al saber que le van a encontrar si se desorienta o no recuerda quién es en caso de pérdida.
Y a nivel de curiosidad interesante diremos que en el Primer Simposio Internacional sobre Demencias y Programas Intergeneracionales que se celebró en el Centro Alzheimer de la Fundación Reina Sofía en Madrid, se constató que la interacción con niños por parte de personas mayores con deterioro cognitivo o demencia, a través de programas entre generaciones, ha demostrado ser muy positivo para los enfermos.
Se insistió en el simposio que el ocio intergeneracional era un gran recurso terapéutico para la enfermedad de Parkinson, de Alzheimer y otras demencias ya que la interacción cotidiana con niños consigue que las personas mayores, atendidas en residencias y centros de día, se sientan en un ambiente que se asemeje al de un hogar y que las personas mayores consigan un mayor grado de expresividad y afecto.
Por otro lado, según un estudio de la Universidad de Chicago, la persona que realiza actividades de ocio (pintar, escribir, hacer cerámica…tiene 2,5 veces menos probabilidades de desarrollar Alzheimer que aquellas personas que no tienen hobbies o intereses en algo que les ilusione y les mantenga activos mentalmente. Por lo tanto
¡¡¡ no dejes que tu mente se arrugue !!!